Luego de un largo proceso
(inacabado) de auto convencimiento el principal partido de oposición política asumió,
por lo menos discursivamente, su rol de oposición;
tal proceso le ha significado por momentos verdaderas dificultades internas, acrecentadas
por destellos de una incipiente renovación interna.
Sin embargo el asumir
discursivamente el rol de oposición no fue precedido de un debate serio y democrático
en su interior, de ahí su poca legitimidad.
Debieron por tanto, comenzar por
darle contenido al calificativo de Oposición Política, avanzar más allá de la etiqueta,
y emprender un proceso de compromiso interno con valores y principios que le
den sustento a sus posturas, tal cosa implica una forma de ser, actuar y
responder a los grandes problemas que como colectividad nos aquejan y cuyas
soluciones esperamos desde la sociedad civil.
La importancia de una oposición política
es vital para la democracia y se resume en una sencilla frase: una buena oposición
política hace un mejor gobierno.
Ser oposición implica entonces un
compromiso total con valores como la democracia y justicia, y con algo que
tanta falta nos hace decencia política, comunicado por medio de posturas firmes,
claras y coherentes frente a la corrupción, impunidad y falta de transparencia.
No se puede ser oposición política si
el ser y el actuar está salpicado de antivalores, no se puede ser legítima oposición
sin Transparencia, no se puede ser oposición si callas o justificas la corrupción.
Ser oposición política, racional
agrego, significa abanderar las reivindicaciones sociales, acompañar a víctimas
de abusos Estatales sin ningún tipo de cálculos de conveniencia con la vista
puesta en la consecución de cambios sociales que satisfagan las demanda
ciudadanas.
No puede por tanto considerarse oposición
política a protestas de grupos o colectivos de choque, la oposición política es una actitud de critica pero sobre todo de activa incidencia positva en la actividad del Estado desde la sociedad.
Nosotros, ante la ausencia de una real oposición debemos llenar ese espacio, eliminando el intermediario, participando directa y activamente en los procesos de toma de decisiones que nos afectan como sociedad, utilizando los mecanismos de participación ciudadana y transparencia, empoderarnos entonces de la civilidad tan necesaria para sacar adelante el país.