Esta crisis coyuntural (de la seguridad) hay que darle su justa dimensión;
es la respuesta al cierre de espacios de interlocución cuasi institucionales
con los grupos criminales (la tregua bastarda), luego entonces, ¿Cuál es el
objetivo perseguido con este sabotaje al trasporte público?, a mi entender el
objetivo es político; en ese punto cabe hacernos las interrogantes ¿Estaríamos dispuestos ceder?, ¿Validaríamos una decisión
en esa dirección?.
No cabe duda que la decisión más fácil sería ceder, como cuando
titulares ceden a cualquier capricho disfrazado de reivindicación laboral que
se arenga en las tomas de hospitales.
El Gobierno está en una situación en la cual cualquier decisión que tome
acarrearía costos y los está generando, hay una creciente opinión negativa de
la población, una percepción de que se está perdiendo la buena batalla, y que
se está de brazos cruzados.
Pero, ¿Qué hacer? Desde mi calidad de un ciudadano considero que lo
primero debe ser, Ustedes Funcionarios públicos deben de abandonar la línea discursiva
de la confrontación y la justificación, esa debe estar y no solo como discurso
sino como acción a las autoridades
responsables de la persecución del delito, fuera de ahí no cabe.
Se debe potenciar los espacios de dialogo ya institucionalizados con las
fuerzas vivas de la sociedad, con TODAS ellas, en el cual como punto de partida
debe abandonarse la actitud triunfalista de las acciones realizadas en materia
de seguridad pública, debe aceptarse que existe una crisis y que el Gobierno
solo no puede salir de ella.
Por último debemos convencernos de que esta situación debe convertirse
en un punto de inflexión en el que comprendamos que la Seguridad es una
responsabilidad indisolublemente compartida entre Gobierno-Sociedad-Individuo y
que está en nuestras manos y más concretamente en nuestra actitud cívica la
llave para salir de esta oscura noche.
Exijamos sí, pero comprometámonos también y demostremos que como sociedad
tenemos futuro es una oportunidad inmejorable de probar nuestro amor al país.